Tuesday, April 29, 2014

El envejecimiento (pre)maturo...

Ah, la famosa y aclamada "Crisis de los veintitantos". A todes nos llega, ya sea más tarde o más temprano -como a mí-, y quien diga que no pasó por ella, miente de manera descarada. Hay algunas cosas que no he aprendido del todo, o que he podido huir de ellas con mañas y trucos psicológicos que me han funcionado hasta el momento (aunque soy consciente de su efímera eficacia con el paso del tiempo), y esto toma relevancia por una cuestión relativmente sencilla: mi absoluta incapacidad para... manejar situaciones sociales de cualquier índole. Para considerarme un Zoon Politikon, soy más bien un poco inadaptada, incómoda social al punto de preferir ser casi completamente asocial en algunos casos.

Pero daré un poco de contexto, porque creo que yo misma estoy perdiendo el rumbo de este monólogo. Soy una persona... intensa (vease más al respecto aquí). Lo que siento en un momento determinado es completamente abrasador... en ese instante, pero una vez que el estímulo que me hace sentir de esa forma desaparece, esos sentimientos se esfuman también. Esta característica ha marcado TODAS mis relaciones interpersonales, y puede ser un factor que explica porqué tengo tan pocxs amigxs... y porqué mis relaciones de pareja han sido tan pocas, tan cortas y tan esporádicas. Este hecho viene a colación porque... también tiendo a dejar el pasado atrás; una vez que digo "basta" o "esto es todo" o de plano mando todo al quinto infierno, mis acciones no están encaminadas a volver en algún momento. Por lo menos eso es lo que creo que hago cuando la decisión depende únicamente de mí, auqnue las relaciones que he dejado en el pasado a veces luchan por colarse a mi presente de nuevo. Vamos, seré clara (para variarle un poco): hace un par de semanas, dos personas con quienes tuve algún tipo de relación hace algunos ayeres (ni me pregunten qué, quién o cuándo) se comunicaron conmigo. Lo frustrante del caso: no tengo idea de qué hacer, cómo reaccionar, qué esperan, qué quieren o porqué lo hacen. Y sigo odiando no saber las cosas. Como es de esperarse, los mensajes y las respuestas fueron extremadamente racionalizadas, non commital, vagas... y quizá -sólo quizá- sarcásticas.

Puede ser que evadirles y/o no contestarles y usar la ambigüedad como estrategia sea una inmadurez de mi parte. Puede ser que lo más sano y sabio sea decirles que por favor no vuelvan a buscarme nunca y que se olviden de mí. Puede ser que esté siendo miedosa y egoísta por no atreverme a eliminar las formas por las que llegan sus mensajes, que de alguna u otra forma, satisfacen mi necesidad inconsciente de estar presente. Reconozco que las conductas corresponden perfectamente a los adjetivos que les puse. Admito que también es una cuestión de cobardía porque no soy capaz aún de pedirles que me borren de sus vidas, de la misma manera en la que yo les borro consuetudinariamente... al menos hasta el momento en que buscan un contacto casual, esporádico. La cuestión es que me aterra desaparecer; y de alguna u otra forma, estas "conversaciones" -porque, siendo honesta, no hay conversación cuando uno esconde 'dejando ver'- me dicen que, in the back of thier  minds, sigo ahí, anclada a sus vidas. Es un poco ególatra asumir que dejé una huella en su existir, sin importar qué tipo de huella es, porque ¿acaso por eso me llaman? ¿o es simplemente porque...?

Sé que soy una hipócrita al no querer que ellos me olviden mientras yo los olvido y al mismo tiempo esperar que no lo hagan. Sé que en algún momento debo cerrar permanentemente esos portales de tiempo, que mis palabras deben disolver la niebla o exorcizar mis demonios para que todos podamos seguir en paz. Creo que esa es la lección que más trabajo me va a costar aprender, porque como ya lo he dicho en ocasiones anteriores, el amor nunca se muere... sólo cambia de lugar.

No comments:

Post a Comment