Wednesday, June 20, 2018

Sobre la legalización del aborto y su interminable discusión (bizantina y absurda)

Ya me conocen. A mí y a mi -aparentemente insufrible- necedad de ser precisa, de cuidar que mis mensajes tengan la menor cantidad posible de vías para ser malentendidos y malinterpretados. Qué quieren, el buen Ludwig hizo mella, así que trataré de argumentar una postura que nadie está obligade a aceptar, pero me haría mogollón de ilusión pensar y saber que alguien la usó para reflexionar un poco sobre un tema que es importante.

Hace unos días, en un hilo sobre quién y quién no está a favor del aborto, encontré esto:
"Una opinión se pierde su validez en el momento en el que pone peligro la vida de alguien o la influencia negativamente, por lo que si alguien está en contra del aborto está a favor de la muerte de mujeres menores en su mayoría. Intolerancia contra la intolerancia."

Aquí, esta persona toca dos asuntos: el primero es el tema del aborto, #ILE, o como quieran llamarlo; el segundo es, obviamente, la apología o defensa de ser intolerante ante la intolerancia.

Sobre el primero: la cuestión no es determinar si el Estado debe estar a favor de la práctica o en contra de; mucho menos de emitir un juicio de valor relativo y parcial. Ningún gobierno tiene capacidad, alcance, o prerrogativa para controlar o tener injerencia en la vida privada de sus gobernados, pero sí es su función y obligación resolver problemas y atender asuntos que afectan el desarrollo socioeconómico, político, cultural -y demás- de la población.

La discusión/debate público al respecto debe únicamente tratarse sobre evitar que quien decide abortar:
  1. No vaya a la cárcel por tomar una decisión sobre su vida y su dignidad y QUE LE COMPETE EXCLUSIVAMENTE A ELLA (garantías de seguridad jurídica); y
  2. No muera por temor a ir a la cárcel por haber tomado esa decisión QUE LE COMPETE EXCLUSIVAMENTE A ELLA (garantías de acceso a la salud sexual y reproductiva, de libre decisión sobre el número/espaciamiento de lxs hijxs, y libre desarrollo de la personalidad).
Ni siquiera es una cuestión que deba analizarse desde el fuero interno. Efectivamente, cada quien hace de su vida (y su cuerpo) SU papalote. Y puede pensar/creer lo que le venga en gana y manifestarlo de manera libre y sin represalias. PERO la legalización/despenalización del aborto es un tema que le concierne a la colectividad y no a las convicciones privadas de cada individuo, y se trata esenciamente sobre:
  1. Derechos Humanos (que el Estado está obligado a reconocer, respetar, proteger, promover Y garantizar);
  2. Salud Pública (donde la práctica está permitida y regulada, los índices de mortalidad materna son más bajos); y
  3. Presupuesto Público (la interrupción resulta más costeable para el erario que la inversión necesaria para garantizar acceso a servicios y garantizar derechos de y para 1 ciudadanx más [unas clases de economía no nos caerían mal]).
Y sí, en ése orden de importancia.
Con esa exposición, entendamos que el instrumento jurídico (ley) que legaliza/despenaliza el aborto NO obliga a ninguna mujer a hacerlo si por las convicciones que profesa en su fuero interno no lo haría; pero esa ley que despenaliza, protege a quien decide o no tiene otra opción que abortar.

Sobre el segundo tema: la intolerancia ante la intolerancia; sobre no tolerar lo intolerable, y no defender lo indefendible. Fernando Savater y Slavoj Žižek tocan el tema de manera fantástica en Ética para Amador y En defensa de la Intolerancia, respectivamente.

La postura "pro-vida" es una de ésas que están fundamentadas en falsas dicotomías y en la percepción injustificada e irracional de una supuesta superioridad moral; una que discrimina a personas por no compartir sus valores y principios morales; que invalida cualquier proyecto o forma de vida que no se alinea a la que propone; que minimiza y deshumaniza a quien ya existe por algo que aún no.

Cuando un candidato presidencial apoya una postura intolerante -como la "pro-vida" y "pro-familia" que enarbola el Frente Nacional por la Familia-, convierte esa postura en política de Estado por lo que representa el cargo por el que contiende, y por lo que propone de manera pública. Y perdón, pero la discriminación como política de Estado es una de ésas cosas intolerables (gracias fascismo, nazismo, franquismo, trumpismo).

Simplemente, institucionalizar una postura como ésta es sinónimo de que el Estado cometerá violaciones a los DERECHOS HUMANOS, y que a la gente que dio el voto a ése candidato sencillamente no le importa. La aquiescencia, el silencio y omitir actuar en contra de la discriminación es intolerable: te hace parte del problema.

REPITO: cada individuo puede pensar y decir lo que le venga en gana, pero... nadie tiene derecho a coartar o pedir que se coarten lo derechos o libertades de otras. Únicamente pueden coartarse o limitarse el ejercicio de derechos cuando:
  1. es una medida individualizada impuesta por el Estado después de un proceso judicial o jurisdiccional; o
  2. cuando hay declaratoria de Excepción.
Y aún así, no deberíamos tratar de justificar esas limitaciones impuestas desde la moral o las convicciones personales, sino desde un marco Y un sistema jurídico que proteja y garantice los derechos y libertades de todxs.

Es cuanto, apreciable audiencia.

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