Sunday, December 07, 2008

¿Qué puedo hacer cuando me siento tristemente enamorada? ¿Cuando amanezco con la esperanza bañada en lágrimas...? ¿Cómo te hago entender, corazón, que enamorarte no es buena idea?

Quiere un suspiro salir por entre mis labios, uno que tiene tu nombre escrito. La obviedad quema el aire que compartimos, que creo que es lo único que tenemos en común.

Y aun así... en serio pido que no te vayas. ¿Amigos? Tal vez. De poetisa a poeta... Súplicas en verso, declaraciones en prosa, rimas sin lógica, métrica que tantea el terreno del otro, ritmo plácido de un juego que sólo tú y yo conocemos...

Escucho transcurrir el tiempo: es el compás de tu corazón; el pretérito impreso en leyendas, tu presente escrito en poesía que ardorosamente me mata, un futuro inimaginable para mí. Me pregunto si el mío sigue latiendo... Sí, ahí está su lánguido palpitar, pero cada segundo se vuelve más inaudible y lento.

Me levanto por última vez de mi lecho. Hoy no pude dormir; soy pusilánime a las quimeras que mi mente se forma de nosotros. Si me queda vida, juro que tendré que huir de la noche, dado que ella es cobijo de amantes que se reúnen, sin más testigos que las estrellas, la luna y sus cuerpos.

Me acecha el pensamiento: ¿cómo se sentirá tu pecho presionando al mío? ¿llegaremos a sincronizar nuestros movimientos a la cadencia de una danza que es tan milenaria como la vida misma? Sacudo mi cabeza tratando de derrotar a mis anhelos... Y otro suspiro se escapa.

Perdona y emancipa a este intento de poetisa. Dedícame un verso para que por fin mi esencia se libere. Fírmalo, para que en el archivo de tus memorias mi existencia quede grabada y no me desvanezca con el último aliento que he de exhalar...

Te quiero...

Te extraño...

Me muero...

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