Magia, al momento de pensarte, en el instante preciso en el que, con tu fuego, comienzas a enredarme en una espiral que desciende a lo más oculto de tu ser. Piel que incita, piel que provoca, piel que hipnotiza, piel que conquista.
Poesía que es chispa y tú, poeta, amo de mi mirada perdida, regálame un soplo de tu vida y un papalote hecho del lienzo que sólo en sueños es refugio de nuestra historia. Despierta al recuerdo de mi voz hablando incoherencias que deleiten tus oídos distraídos.
Una caricia mía mando a tu piel, y mil más viajan por el espacio sideral al último rincón de tu alma... Guárdalas celosamente mientras estés lejos de mí, navegante. Saca una de ellas cada noche y toca tu melodía pensando en mí; úsalas también como cobijo durante las noches de melancolía y nostalgia.
Recuérdame entonces:
perenne,
difusa,
intensa,
i N t E r M i T e N t E…
Yo estaré aquí a tu regreso, con Penélope a mi lado haciéndome compañía en tu larga ausencia.
Llegarás al puerto hacia donde mira mi ventana. Iré corriendo entre las sombras de una noche sin luna a reunirme contigo, corazón. Te estrecharé entre mis brazos y veré en tus ojos, como siempre, un sendero de luz con destino al infinito. Y entonces sí, podremos viajar por la claridad imperturbable, sin desdeñar al tiempo la cadencia de la oscuridad inquieta...
Poesía que es chispa y tú, poeta, amo de mi mirada perdida, regálame un soplo de tu vida y un papalote hecho del lienzo que sólo en sueños es refugio de nuestra historia. Despierta al recuerdo de mi voz hablando incoherencias que deleiten tus oídos distraídos.
Una caricia mía mando a tu piel, y mil más viajan por el espacio sideral al último rincón de tu alma... Guárdalas celosamente mientras estés lejos de mí, navegante. Saca una de ellas cada noche y toca tu melodía pensando en mí; úsalas también como cobijo durante las noches de melancolía y nostalgia.
Recuérdame entonces:
perenne,
difusa,
intensa,
i N t E r M i T e N t E…
Yo estaré aquí a tu regreso, con Penélope a mi lado haciéndome compañía en tu larga ausencia.
Llegarás al puerto hacia donde mira mi ventana. Iré corriendo entre las sombras de una noche sin luna a reunirme contigo, corazón. Te estrecharé entre mis brazos y veré en tus ojos, como siempre, un sendero de luz con destino al infinito. Y entonces sí, podremos viajar por la claridad imperturbable, sin desdeñar al tiempo la cadencia de la oscuridad inquieta...
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