Thursday, July 05, 2012

Revoltosos, sí. Pero ¿qué tipo de revoltosos queremos (ser)?

El post anterior fue una respuesta a un artículo/discurso en mi Facebook. No sé si el chico que me lo mandó lo leyó o si acaso entendió el mensaje que el autor quiso mandar. En lo personal, creo que no lo hizo o lo hizo sin cuidado. Les presento mi respuesta a un texto que, de haber sido presentado en otro contexto, habría adoptado como mío por reflejar una postura con la que comulgo. El problema es que fue presentado como una respuesta equívoca a lo que -considero- es una postura personal, bastante cuidada y prudente de lo que se percibe del candidato y la coyuntura postelectoral.

Carlos, no le veo el punto a tu discurso por varias razones: 1) porque no es cuestión de rendirse, es cuestión de ser democrático; 2) porque no creo que reconocer que fue voto mayoritario implique no cuestionar la legitimidad del voto mayoritario, la veracidad y la equidad del proceso; 3) porque soy consciente de que lo que sucede en los procesos electorales del país NO está bien, pero creo que se deben señalar las irregularidads y fortalecer las instituciones, las leyes y el tejido/la conciencia ciudadana para evitar que siga sucediendo; y 4) porque sí, la manifestación ciudadana es una forma de expresar y señalar lo que está mal, pero no es la única.

Te pregunto a ti directamente: a parte de poner estas cosas en FB, ¿qué haces? ¿A caso eres voluntario? ¿Sabes cuales son los problemas prioritarios del lugar en donde vives o sólo los que percibes tú? ¿Tienes o desarrollas proyectos para mejorar tu comunidad? ¿Participas en la constucción de nuevos medios de información democráticos, que le hagan competencia a esos que tanto criticas? ¿Qué haces para construir ciudadanía? ¿A caso conoces y sabes quienes son los que en septiembre tomarán el congreso, a quienes tú también elegiste? ¿Sabes qué proponen, qué prometieron, qué exigirles?

Sí, yo voté por AMLOve. Por su proyecto, por sus ideales. Algunos que no me convencían y otros por los que metería las manos al fuego. Por sus propuestas, aunque algunas no las compartía. Pero es cierto, ganó Peña Nieto. Puedes decir que ganó comprando, coaccionando, acarreando gente; lucrando con la pobreza de la mayoría de quienes votaron por él. Pero también sé que mucha genté votó convencida. Y te repito, es cuestión de ser democrático. Reconocer que proyectos y candidatos pueden ganar y perder en un sistema en el que las personas elijen es parte del fortalecimiento de la democracia. Quien no lo reconoce y se empeña en decir que ganó es sólo muestra de una actitud que no promueve lo que defiende en su discurso.

¿Que podemos hacer? (y este artículo que compartí lo implica) Construir más ciudadanía y mejores conciencias. Conciliar diferentes posturas -como bien lo indicas-, incluso con aquellos que votaron por Peña Nieto, porque creo que en la conciliación puede surgir un proyecto de nación incluyente, plural y diverso como nuestro país. Ser civiles: el pacto de civilidad y de respeto al resultado electoral debe enseñarnos que podemos no estar de acuerdo, pero que en el respeto y la tolerancia las cosas buenas suceden. Presionar para que las leyes y las instituciones sean más transparentes, equitativas y justas. Y obviamente hay que actuar. Participar de manera más activa: crear medios nuevos, conocer a nuestros representantes y observar que hagan bien su trabajo, obedecer la ley y cambiar la cultura cívica y política desde nuestras prácticas diarias.

A veces a los revolucionarios y a los jóvenes se nos olvida que no es precisamente necesario ser agresivo y contestatario ante la autoridad. La mayor parte de las batallas se pueden ganar desde el diálogo, la negociación, el consenso, y la resistencia pacífica. Claro que es más fácil y cómodo seguir con nuestro ritmo de vida y sólo señalar a las autoridades, al gobierno, a las leyes, a los medios como culpables de la situación en la que vivimos como país. Sin embargo, no nos damos cuenta de el papel que cada uno de nosotros jugamos en la construcción de las normas consuetudinarias y sociales: en el afianzamiento de esas acciones y actitudes que tenemos todos los días y que terminamos por aceptar y ver como normales aunque son destructivas.

¿Queremos una país democrático? Claro, pero ¿cuántos de nosotros aprendimos la democracia desde pequeños cuando nuestros papás decían "porque lo digo yo"? ¿Queremos un país más limpio? Por supuesto, pero ¿cuántos de nosotros teníamos a alguien que limpiara nuestro cuarto, lavara nuestra ropa y nuestros trastes sucios? ¿Queremos un país menos corrupto? Sí, pero ¿quien de nosotros no ha -por lo menos intentado- "convencido" a un profesor de cambiarle la calificación? ¿Queremos un país en donde se respeten las leyes? Evidentemente, pero ¿cuántos de nosotros nos hemos pasado un alto o cruzado la calle a la mitad o ignorado el puente peatonal?

No quiero decir que yo no haya sido parte de esto. Mi familia tiene a dos personas que hacen las labores domésticas, pero yo procuro facilitarles el trabajo lo más posible. Reconozco que me he pasado altos, pero procuro no hacerlo y pagar las mutas que me llegan cuando lo hago. Cuando me toca caminar, cruzo en las esquinas y si hay puente peatonal, lo uso. Jamás le he regateado una calificación a un profesor. No soy mamá todavía -espero no serlo sino hasta dentro de muchos años-, pero me esforzaré por no ser autoritaria y explicar las reglas del juego, las decisiones y estar abierta al diálogo y a la negociación.

Debemos ser cuidadosos con la forma en que decimos las cosas y las palabras que utilizamos. Hablar de imposición y de fruade conlleva a pensar que no vivimos en un país democrático, argumento con el que no estoy de acuerdo. Creo que nuestra democracia está en periodo de consolidación, y por ende tiene muchas cosas que corregir y aprender.

Es cierto que tener elecciones no significa ser democrático. Sin embargo, es meritorio reconocer que vamos en buen camino, sobre todo porque -a pesar de lo contradictorio e inconveniente que puede pensarse que es- el voto vale lo mismo, sea quien seas y con el contexto que tengas. También es cierto que nuestro sistema está fincado en la desconfianza (la burra no era arisca, sino que la hicieron), pero pensar que de entrada ya estaba planeado todo para que quedara quien quedara es bastante arriesgado. Asimismo es verdad que ninguno de los partidos jugó limpio y siguiendo las reglas del juego, pero todos estuvieron de acuerdo con y las conocían. Decir que el candidato que ganó no debe ser presidente porque es un candidato ilegal por haber incurrido en prácticas deshonestas se me hace una exageración y algo completamente absurdo. Que hay que someterlo a juicio político por las violaciones a Derechos Humanos durante su gestión en Estado de de México, me parece que habría sido pertinente exigirlo... antes de que fuera candidato.

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