Friday, October 19, 2012

A manera de conmemoración...

Hace un año salí del clóset. No fue una situación planeada, meditada o siquiera deseada. Muy por el contrario, fue una declaración reactiva y un momento bastante traumático. Desde entonces el tema de mis relaciones personales de cualquier índole está vetado en la casa de mis padres. No que me preocupe mucho, ya que siempre he sido una persona reservada y no tengo ninguna intensión de compartir este aspecto de mi vida más que con la persona con la que esté. Lo que pasa en mi dormitorio permanece en mi dormitorio, pues.

Reconocerme como bisexual abiertamente ha sido un proceso largo, con muchos saltos regresivos y avances pequeños y muy lentos para mí, y un camino que he decidido recorrer sola por el momento. A veces se me olvida que ya puedo no comportarme como una mujer heterosexual. En ocasiones debo recordarme que no debo sentirme culpable cuando una chica me parece sensual, sexy o simplemente bonita. Todavía hay días en que me sorprendo en el intento de suprimir las mariposas que siento al pensar en... y siento una libertad enorme cuando dejo de ignorar el aleteo tormentoso.  Sin embargo, hay días en los que sigo teniendo los patrones de conducta del secretismo: poses cuidadas, ojos entrenados para movimientos rápidos y sutiles, lengua mordida varias veces por estar a punto de decir algo incriminatorio, el lenguaje neutro y los ágiles cambios de tema...

Creo que la forma en la que salí no fue la mejor. Si me preguntan hoy, creo que habría preferido que mi familia siguiera creyendo en una heterosexualidad construida desde el aprendizaje imitativo y celosamente cuidada. Habría optado por compartirles aún menos de mi vida, por la sencilla razón de que no tengo intención alguna de llenar sus expectativas a cabalidad. Alguna vez escuché a alguien decir que hay de clósets a clósets, que los más peligrosos son los de cristal. Nunca sabré si en el fondo mi madre ya sospechaba algo, si de plano estaba en la negación o, peor aún, si soy muy buena actriz.

La persona reservada lo gritó en la mesa de la comida... y en tuiter. Quizá no haya sido tan grave haber usado esos 140 caracteres: en ese espacio he recibido más apoyo y comprensión que dentro de los muros de lo que antes llamaba hogar. Es en el único lugar que no he recibido comentarios homófobos -aunque los he hallado en abundancia, la diferencia radica en que no están destinados a mí por default-, donde el bullying no ha aparecido por la única razón de ser bisexual. La mayoría de mis #AmadesFologüers son gente que 1 de 3: me sigue por inercia y me ignora por completo, es gente súper progre y liberal o son mis amigues y me han brindado más apoyo y comprensión de lo que soy capaz de agradecer. Muy en el fondo, creo que soy de las pocas afortunadas que pueden decir que el acoso no es parte de mi yo virtual.

De cualquier manera, feliz aniversario fuera del armario, Melissa Andréa. Y feliz día del espíritu a todes.

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