Sunday, August 22, 2010

José Saramago: Un realista con tintes idealistas...

La producción literaria actual (y por actual me refiero a los últimos 25 años) se ha visto en situaciones por demás, desalentadoras. Hay autores cuya producción es vasta y probablemente tengan varios ‘best-seller’, pero la calidad de su producción es poca y se vende por ser de lectura fácil. Hay otros que tienen pocos libros, que son poco vendidos y su calidad es notable en cuanto a contenido y lo que requiere del lector. Son realmente pocos los que cumplen con las dos condiciones: que tienen una amplia producción bien recibida y la calidad de la mayor parte de su obra es de alto nivel. El portugués José Saramago era uno de esa élite, aunque en México el acogimiento de su obra es menor que en la península Ibérica.

Fue productor prolífico. Incluso se dice que cuando murió –a causa de una leucemia crónica- tenía escritas ya 30 páginas de una novela nueva. La obra de Saramago es compleja, inasequible para muchas personas, pero excelente en toda la extensión de la palabra. Son textos que usualmente no se llegan a entender o interpretar sin prestarles atención especial. No son, por decirlo así, textos que uno pueda intercalar con la lectura escolar y las actividades cotidianas fácil y tranquilamente. Tampoco son lectura ligera: si uno pretende leer “Las Intermitencias de la Muerte” en una sola tarde, se llevará un gran desencanto y seguramente se frustrará muchísimo cuando vea que cae la noche y los avances que logra son menores de lo esperado. No es una característica única de esta novela, pues lo mismo sucede, por ejemplo, con “El Evangelio según Jesucristo”.

Además, José Saramago fue un escritor exigente. Exige de sus lectores apertura de mente y disposición para poner en duda todo, no nada más la postura propia acerca de situaciones radicales en el ámbito social y externas al individuo, ya que también toca temas tan internos y personales como la religiosidad, la Fe, la responsabilidad de tener cuando otros no tienen. Asimismo, requiere cierto nivel de bagaje cultural que enriquezca al texto: sin un trasfondo moral, social, histórico, e incluso filosófico, el lector queda en la oscuridad parcial, en una penumbra crepuscular de la comprensión del eje de sus escritos.

Su estilo es único: describe profundamente, narra detalladamente. Irónico cuando tiene que serlo y en la justa proporción, pero también tiene un lado muy tierno, sensible y profundamente humano; tanto que el lector se encuentra, después de dos o tres páginas, empapado de la situación y sumergido en la empatía que generan los personajes en cada uno de sus libros.

José Saramago sufrió censura. En Portugal varios de sus libros fueron vetados por razones de discurso político. Detractor del sistema, profundo crítico social y político y ser humano comprometido con el ser humano: todo esto se ve a flor de letra en él. ‘¿Qué se gana con ser políticamente correcto si no se ve la realidad sin maquillaje?’ es una pregunta obligada y obligatoria al momento de leer sus libros.

No comments:

Post a Comment